“La vida sin música sería un error”

Friedrich Nietzsche

“Hay que ser como yo; hay que sufrir con ritmo”, recuerdo esta línea de La náusea, de Jean Paul Sartre. El protagonista, que sufre de un vacío ante todas las cosas y nada lo hace sentir, en una cafetería ponen su Jazz favorito que de a poco crece llegando a su catarsis y ahí, en el momento exacto, el hombre que no podía sentir nada, sintió. La música le hablaba, le decía que tenía que sufrir; al fin y al cabo eso es sentir.

Todos sentimos esta necesidad de la belleza. No podemos vivir sin que nada nos conmueva. Para eso nos ayuda mucho la música, como un consuelo o un placebo de las cosas que necesitamos sentir.

La memoria y la música se traen de la mano. Una arrastra a la otra y al vesre. Los psicólogos, psiquiatras y neurólogos se han vuelto a estudiar como la música activa los recuerdos en nuestro cerebro, trayendo un recuerdo feliz de la infancia y que creíamos haber olvidado o también un trauma que quisimos reprimir. Con la misma canción y es cruel.

Hay quien se pierde en las canciones, que alucina con ellas. Desde creerse el maestro que coordina a toda una sinfónica con un dedo, a ser la estrella de rock que hace vibrar multitudes. Basta una pizca de imaginación, tres pesos de volumen, la primera nota y existimos en otro mundo. Es casi orgásmico.

Pero cumple con esta función de la felicidad. Incluso las canciones tristes lo hacen. Esa felicidad que solo la música puede darnos, aunque neguemos y reneguemos que eso es otra cosa, que está en otra parte. Siempre hemos de volver a esas canciones.

Hay que volver a la música que detone en nosotros la sensación de no estar muertos, este pensamiento lo llevan a cabo aquellos que piden que en sus funerales les toquen tal o cual canción. Ya sea un simple gusto, ya sea que quieran ser recordados cada que suene.

Hay que ser justos y darle a la música su lugar que merece, que no siempre nos va a hacer sentir bien, claro, pero debe hacernos sentir. “Y en ese preciso momento, del otro lado de la existencia, en aquel mundo que puede mirarse desde lejos, pero sin alcanzarlo jamás, una pequeña melodía se puso a danzar, a cantar: ´Hay que ser como yo; hay que sufrir con ritmo´

La voz canta:

Some of these days

You´ll miss me honey*.

*La náusea de Jean Paul Sartre (Francia, 1938)


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